June parece soñar con una persecución. En cuanto esta pastora alemana de pelo largo se echa para tomar una siesta, sus extremidades flácidas suelen empezar a moverse y a dar patadas. Para sus dueños, parece estar tras el rastro de una presa invisible.
“Cuando está durmiendo, a veces sus patas se mueven de forma agresiva, frenética, como si corriera en una cinta invisible”, dice su dueño, Wudan Yan, quien vive en Seattle.
“Está soñando, ¿verdad?”, pregunta Yan. “Está soñando con perseguir ardillas y conejos”.
El tipo de comportamientos que Yan ha observado son comunes, dijo el neurocientífico Marcos Frank, profesor de la Universidad Estatal de Washington que estudia la función del sueño en los animales. “Lo he visto en mis propios perros. Corren, gimen, ladran y se despiertan como si no supieran dónde están”, explica.
¿Qué sueña realmente June? Lo que sucede en los animales mientras duermen ha despertado la curiosidad humana durante miles de años, pero las respuestas claras han sido esquivas. “Si un perro nos diera un informe, tal vez podríamos responder a la pregunta”, dice Frank.
Hasta entonces, tendremos que conformarnos con la ciencia. Esto es lo que sabemos.
¿A qué se deben las sacudidas?
Las sacudidas musculares involuntarias, llamadas mioclonías, son usuales tanto en perros como en humanos. Eso es lo que se ve cuando las extremidades y las patas de un perro tiemblan o se mueven repetidamente durante el sueño. Es más frecuente durante el sueño REM. El parpadeo de los ojos también está asociado a la fase REM.
Y en los humanos, el sueño REM se ha asociado históricamente con los sueños vívidos. Es la etapa en la que se tienen ese tipo de experiencias extrañas y a todo color que no puedes esperar a contarle a tu familia durante el desayuno.
En un estudio de 2001, publicado en la revista académica Neuron, los investigadores que observaron la actividad de las ondas cerebrales en ratas dormidas llegaron a la conclusión de que los animales repetían los acontecimientos del día. Cuando las ratas recorrían un laberinto circular antes de quedarse dormidas, parecían repetir fragmentos de su recorrido por el laberinto mientras dormían. Y en 2017, un estudio, publicado en la revista Scientific Reports, descubrió que los perros podrían utilizar sus horas de siesta para reforzar los recuerdos establecidos mientras están despiertos.
Los perros que participaron en el estudio empezaron por aprender a seguir nuevas órdenes de voz. Una semana después del entrenamiento inicial, los animales que dormían, en lugar de jugar, tras la lección eran capaces de realizar la tarea asociada mejor que sus homólogos del grupo de control. Es posible que ellos también estuvieran reproduciendo los acontecimientos del día mientras dormían.