Como adultos debemos saber hacerles comprender que un perro es una responsabilidad a largo plazo y no un capricho. Además, conviene conocer a qué edad es mejor que un niño conviva con un perro y por qué.
Hasta los 6 meses: un recién nacido en casa trae olores (pañales, leche, cremas…) y ruidos (balbuceos, lloros) nuevos para el perro. Además, para todo el mundo en casa, el bebé pasa a ser la prioridad, pasando el perro a un segundo plano. En está etapa es importante mantener las rutinas del perro, integrarle con el nuevo miembro de la familia y nunca retirar la supervisión y apoyo a la relación.
6 meses – 2 años: el aparato locomotor del niño se desarrolla rápidamente aunque de manera errática. El niño aumenta sus desplazamientos y entra en un periodo de exploración tanto de objetos inanimados que puede lanzar, como animados, incluyendo al propio perro. Podría tirar de sus orejas, del rabo, subírsele encima… El mismo niño que no suponía un problema para el perro hace unos meses, puede resultarlo ahora. Hay que extremar la supervisión y cuidar que el perro no se sienta incómodo o presionado.
2 – 5 años: en este periodo, los niños controlan mejor sus movimientos. En esta etapa pueden “abusar” del perro cogiendo sus juguetes y utensilios. Es el momento de explicarles que deben respetar al animal, sus objetos y espacio, ya que empiezan a desarrollarla empatía. En esta etapa, es muy probable que, además, sus amiguitos pasen por casa e invadan el espacio del perro. Por lo que habrá que asegurar una zona donde nadie moleste al perro, además de supervisar.
5 – 9 años: en este periodo los niños necesitan tener mayor control de su entorno y empiezan a poner a prueba sus límites y los nuestros. En esta edad, podrían tener un trato algo abusivo con el perro, buscando ganar su atención o hacerlo rabiar. Es la edad que se producen más mordidas indeseadas por el perro de la casa, debido también a una falta de supervisión por parte del adulto que dota al niño de más independencia. Debemos evitar descuidarnos.
9 – 12 años: en este periodo los niños empiezan a preocuparse por como se sienten los demás, y el grupo social empieza a ser lo más importante para ellos. Es la etapa en la que un niño puede tomar mayor responsabilidad en los cuidados diarios del perro. En contraposición, también en esta edad pueden tratar de forzar los límites del perro por ejemplo haciéndole saltar a por un premio inalcanzable o correr en exceso. Además, si un perro les “reta”, aunque entiendan su lenguaje no serán capaces de actuar cognitiva y calmadamente. Lo más probable es que se alteren y salgan corriendo. Esta reacción podría despertar en el perro, una respuesta contraría a la deseada.
Conociendo los beneficios y las etapas del desarrollo de los niños en cuanto su relación con los perros, la elección del compañero ideal, debe considerarse de manera individualizada.
Por ejemplo, podría ser que un cachorro de una raza pequeña no fuera la mejor elección para un niño de 3 años demasiado movido, el cual podría lastimarlo.
Indiscutiblemente, la primera cuestión será si somos nosotros, como adultos, seremos capaces de atender las necesidades de ambos, promover actividades comunes donde vayan aceptándose y queriéndose con respeto, y bajo ningún concepto descuidar la supervisión.