La convivencia armoniosa en un hogar con mascotas es fundamental para el bienestar tanto de los humanos como de los animales.
La tarea se vuelve aún más complicada cuando son animales de especies diferentes, en el más común de los casos si uno es un perro y otro es un gato.
Los perros provienen de ancestros cazadores, lo que les proporciona ciertas características físicas y habilidades para perseguir de forma natural a la que podrían considerar su presa, que en ese caso sería un gato.
Sin embargo, es muy importante interrumpir este comportamiento justo en el momento en que se produce porque podría causar un gran disgusto al felino, y acabar con uno de los dos animales herido.
De igual manera, puede ser que solo esté buscando un compañero de juegos, pero esto no significa que el gato entenderá dichas intenciones.
Suele suceder que el gato no esté acostumbrado a convivir con este tipo de mascotas, y se estrese de más ante la situación.
Es cierto que los perros tienen un instinto de caza potente y que movimientos o sonidos puede detonarlo. Sin embargo, hay casos en los que perros y gatos viven juntos durante años sin persecuciones y, de pronto, desarrollan el instinto.
Lo importante es impedir que el perro continúe con ese comportamiento una vez se identifica.
Los perros deberían ver a los gatos como compañeros, no como juguetes.
Por eso, es muy importante dedicarle tiempo y esfuerzo al adiestramiento del can. Si el perro es cachorro, lo que puede hacer es fomentar las interacciones entre ambos con una barrera de por medio, pero con contacto visual.
Por ejemplo, una recomendación de Purina es que, cada vez que el perro se acerque al gato, el dueño lo llame y le dé un premio. Así aprenderá a no acercarse al gato de una manera positiva.
También, es importante interrumpir la persecución, seguir al perro y darle órdenes verbales que demuestren desaprobación. El tono severo de la voz debe transmitirle la idea de que perseguir a un gato no es un comportamiento aprobado y que debería parar de forma instantánea.
En caso de que la convivencia sea muy complicada entre ambos animales, será necesario dejarle la correa al perro para controlarlo.
De acuerdo con el portal de Purina, puede que sea necesario reconsiderar si el canino no hace suficiente ejercicio, si está estresado o si tiene un comportamiento particular.
En la mayoría de casos darle paseos más largos y motivarlo a liberar su energía en el parque puede ser la solución, pero no de ser así, debe considerar llevar al perro a un adiestrador o a un veterinario especialista en comportamiento.